Hay veces me parece como que soy el soldado díscolo que marcha a su propio paso con un tambor desafinado y que, sin querer queriendo, no siempre concuerda con el resto del pelotón en episodios repetidos. Hago, digo y muchas veces escribo cosas que si no fuera por la generosidad de nuestra directora no serían aceptadas. Esto se refleja en cómo con tanta frecuencia trato el tema de Cuba. Otras veces, parece como si viviera en un rincón de mi memoria recordando y tratando, aunque inútilmente, de aprender algo de aquellas experiencias. Y, ¿qué decir de los cuentos reales -o por lo menos así lo imagino yo-, de aquel Camagüey que de niño dejé y con el que tan a menudo sueño?
Otros podrán componer artículos elegantes sobre mil temas y ocurrencias. Analistas profundos de todo lo que sucede en el mundo, con razones contundentes, palabras desenvueltas y razonamientos convincentes. Yo, como que a veces me siento un poco limitado por mi propio ser y rebusco reflejar vivencias, experiencias, o simplemente opiniones.
En ‘Centro Mi Diario’, como se llamaba antes este semanario que me abrió las puertas, nació Chicho, un personaje que ilustraba los problemas de la falta de expresión. A Chicho, parece que se ha dado últimamente por pasearse por el Camagüey del que tanto ha oído, pero que nunca pudo disfrutar salvo en la convulsionada memoria del Quevedo extraviado.…
En esta columna que mi directora alguna vez llamó “La voz de West Tampa” he dejado por sentado la falta de aceras en nuestra amada ciudad, porque West Tampa lo fue y tuvo alcalde como lo he ilustrado antes. También he dejado en claro mi postura acerca de Cuba y hasta lo que pienso de la herencia hispana y la transición y nostalgia de los inmigrantes en Estados Unidos.
Y sé que ya el cosquilleo (mejor que el gusanillo) de ver por dónde viene este que aspira a mejorar sus descargas, le está haciendo preguntarse a algunos lo que ahora se quiere decir. Y es que son varios los temas que quisiera revisar y no acabo de decidirme por el camino a elegir. Puede que ese camino solamente se convierta en vereda y que tenga que apelar a los mayores para salir del problema.
Podemos hablar del impacto del despido del Asesor de Seguridad Nacional John Bolton y la política de Estados Unidos con respecto a Cuba y Venezuela -mi dos principales preocupaciones-, pero (el pero de Quevedo) no me siento con el ánimo de discutir y sé que cualquier opinión que exprese, va a ver a Tirios y Troyanos descargando y no estoy para eso. Allá cada uno con su veredicto que yo tengo el mío y hoy prefiero guardármelo. Como que no me interesa discutir y mucho menos tener opiniones extremas que sirven solo para desdibujar la realidad.
Pudiera también pasar a discutir (o conversar) sobre los problemas que enfrentan algunos distritos escolares en nuestro estado con jóvenes que, a lo mejor como yo, prefieren marchar con su propia música -tocando su propio tambor-. No es fácil en algunos momentos que haya otros que no piensen o se conduzcan como pienso y me conduzco yo. A veces me parece que, con los años, como que se me hace un poco más difícil comprender que pueda haber otros, sobre todos esos jóvenes que a veces calificamos como “sin experiencia”, puedan pretender darnos lecciones que creemos haber aprendido en la Universidad de la Vida o con la Experiencia Vivida.
Pero bueno hoy tengo que reconocer que a lo mejor ese nuevo estilo de vida, esa juventud, puede tener logros y tal vez, mi generación puede tener faltas por no querer reconocer lo fructífero de abrir, a veces, un poco más la imaginación a esos avances que, como esta dichosa computadora, me pueden ayudar extraordinariamente en la vida diaria.
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Mario Quevedo en su casa de West Tampa junto a una copia de un anuncio del New York Times publicado el 16 de abril de 1980 para crear conciencia de los 10,000 cubanos que buscaron refugio en la embajada peruana en La Habana. Los cubanos de Tampa reca...
Mi generación, en Cuba, aprendió a ver en una cajita a aquellos que de lejos nos informaban o entretenían. Sin lugar a dudas algunos que, como indígenas de selvas inexploradas, buscaban al chamán para remediar problemas o acudían a Changó para castigar a los malhechores, los mentirosos o los ladrones y le dan de comer primero y le cantan a Elegua, el niño juguetón y travieso con cara de viejo. Y que conste, que no canto al Orisah dueño del destino que abre o cierra el camino de la vida, la felicidad o desgracia simplemente para salir de la vereda que aquellos queridos viejos del Buena Vista Social Club me recomendaron no coger advirtiéndome agradablemente con su música feliz, “no dejes camino por coger la vereda”. Mucho que disfruté de aquella música que esos viejos cubanos rescataron y llevaron al mundo.
Ya advertí al principio que como soldado díscolo suelo marchar a mi propio paso y que, sin tener el menor sentido del llamado ‘ritmo cubano’, me atrevo a improvisar mi propia música y descargas que, aunque algo discordantes, reflejen lo que siento y lo que sueño …. Aunque sea aquel Camagüey de leyendas y majestad donde tuve el privilegio de encaminarme por esos caminos-vereda de la vida.
Sí, es verdad que se puede mantener realidad en recuerdos y en caminos recorridos. Es verdad que podemos volver a vivir tiempos de loca juventud al visitar aquellos rincones de nuestra vida que nos hacen el presente real y que no podemos simplemente desechar. Mi presente tiene, por obligación que reflejar fielmente mi pasado. Yo soy, he sido y aspiro a ser, aunque muchas veces imperfectamente, alguien que busca mejorar con aquellas lecciones aprendidas y que nos hacen el presente real.
Por el momento seguiré con mis descargas en este semanario que cumple 15 años y ha sido la voz real de esta comunidad.
Me felicito y felicito a todos los que, de una forma u otra, somos parte de este equipo llamado CENTRO Tampa.