Por Mario Quevedo
Especial para CENTRO Tampa
A veces se hace un poco difícil el problema este de organizar palabras. Ideas sobran y palabras también; sin embargo, al tratar de ponerlas juntas es cuando, como decían hace mucho tiempo, “la mula tumbó a Genaro”. No me pregunte ya que no fui testigo cuando la mula lo tumbó, o porqué fue. No creo que haya sido en Camagüey ni voy a preocuparme por eso. Tampoco se supo quién diablos fue Genaro. Eso fue problema de él. Pobre infeliz recordado en su dolor.
A lo mejor ahora se dan un poquito de cuenta del problema mío. Sí, yo me creía que este año iba a ser algo sosegado con algunas alteraciones y se ha convertido en un año esquizofrénico. No sé a qué ponerle atención. A la propaganda electoral; al terror que sentimos por el coronavirus (o como usted quiera llamarlo), o a la incertidumbre de si podemos o no salir a comer y, ¿Dónde? ¿Sin contaminación? Y, ¿estaré yo seguro con monstruos en las manifestaciones teniendo las llaves del presente y las autoridades aturdidas?
Mientras tanto mis oficiales electos que -esto ya lo he dicho antes-, se burlan buscando fondos para adornar una caricatura en medio de una calle principal de West Tampa habiendo tantos y tantos otros problemas reales. Eso lo considero ofensivo; aparte de que, en ningún momento, nadie trató de ver los problemas reales. Pero (el pero de Quevedo) ya eso llueve sobre lo mojado y agua pasada no mueve molino.
En medio de todo esto vivimos y aspiramos a despertar en un mañana mejor. Sí, tenemos la obligación de prepararnos a una campaña electoral real y que tenga resonancia durante los próximos cuatro años. El resultado marcará el rumbo que se siga; gústeme o no. Sea el camino que yo prefiera o no.
Ah, y para esto solo puedo repetir lo que en muchas ocasiones he dicho. Todos tenemos la responsabilidad de ser partícipes. No es solo el ir a votar cuando llegue el momento. Todos podemos ser parte de este gran proceso. Hasta Chicho en ocasiones se ha prendido al cartel de un aspirante para dar a conocer su forma de pensar, al que contribuye con su dinerito a la campaña de un candidato.
Que no salga alguien ahora a señalarme por errores cometidos. Sí, he tenido derrotas duras y victorias agradables. También he trabajado por políticos que, después de ser electos, olvidan o se desentienden de mi barrio. Sin embargo, todo eso va en el saco de la experiencia y no me quita las ganas de volver por esos caminos que pueden ser algo difíciles. Lo que no es aceptable es el caso de simplemente quedar para llorar en casa o protestar tomando café con los amigos.
Pocas veces he indicado mi preferencia por quién votar. Mi punto siempre ha sido el que todos tenemos la responsabilidad de salir por los caminos del Quijote a defender con nuestras pobres armas los principios que consideremos esenciales. Eso es uno de los privilegios que me ofrece el vivir en esta gran nación.
Es siempre refrescante el ser parte de una campaña electoral. Te reúnes con gente que más o menos piensan como tú y que quieren para su futuro algo similar a lo que tú quieres. Son siempre aspiraciones honestas en las que nunca se infiere la posibilidad de obtener ganancias personales caso de lograr una victoria. Y, en eso, también puedo yo hablar y no podrá salir un tonto a señalarme.
Hay Señor; es que como que el hoy se me convierte en tiempo de carnaval maldito.
Protestas de animales sin domesticar que se dedican a saquear, o a intimidar a inocentes. Autoridades que no saben -o no quieren saber- como poner orden en el gallinero de los que aprovechan las excusas para robar. Y yo, con mis impuestos, pagando los platos rotos y todo lo que los delincuentes puedan robar. En rio revuelto, ganan los pescadores; y en estos casos, creen que ganan los maleantes desaforados gritones y que en la calle se califican de simples protestantes pero que no son más que ladrones. Ejemplo y no el único, en la ciudad de Portland.
El “seguro cubre todo”, caramba, eso también lo pago yo. Ah, aparte de tener que pagar por los magníficos y sacrificados oficiales de la ley y el orden que a veces no saben bien quien es el malo de la película y que desafortunadamente, resultan heridos, golpeados o en algún caso asesinados. De ellos me siento orgulloso.
Nada; aunque a veces se dé la impresión de que los animales llevan la ventaja porque rebuznen alto; para mí, la verdad, la honestidad, el respeto siempre son los que cuelgan medallas al pecho de los buenos.
Quevedo es periodista cubano. Trabajó en radio, televisión y tuvo su propio periódico ‘La Voz Hispana’. Para comunicarse con Quevedo: marioquevedo1@aol.com