TAMPA — Dejó Cuba hace siete meses con su esposa y tres hijos en un viaje que lo llevó desde su nativo Guantánamo por Nicaragua, Honduras y Guatemala hasta la frontera de Estados Unidos y México.
Joelvis Verdecia, de 33 años, nunca había salido de Cuba. Pero como muchos en la isla, él sintió la presión de la crisis económica, escasez de comida y precios altos.
Desempleado por seis meses a cause del coronavirus, su familia sobrevivió por medio de ahorros y ayuda de amigos y familiares.
“Ya no podíamos vivir en Cuba,” dijo Verdecia. “Tienes que salir porque si no, te arrepentirás por siempre.”
Su hermano mayor, Yoendry, de 36 años, pastor cubano, esposo y padre de dos hijas, llegó a la frontera de Arizona hace tres semanas esperando asilo después de una agotadora travesía que comenzó hace 89 días.
Ambos cubanos son parte de miles de personas que dejaron sus hogares en América Latina y el Caribe. El aumento de la migración hacia el Estado del Sol está abrumando recursos locales y empujando al sistema a su límite.
Durante el año fiscal del 2022, autoridades federales hicieron más de 2.2 millones de arrestos en la frontera de E.E.U.U. y México, la mayor cantidad jamás registrada, según Aduanas y Protección Fronteriza de E.E.U.U.
Recientemente, el gobernador Ron DeSantis movilizó la Guardia Nacional del estado a responder a inmigrantes llegando a los Florida Keys: 700 cubanos durante el fin de semana de Año Nuevo.
La llegada de los nuevos inmigrantes representa un desafío no solo para agencias del gobierno, sino también para organizaciones sin fin de lucro, grupos comunitarios y hasta escuelas públicas.
Todos estos grupos están viendo un aumento histórico en servicios sociales y asesoramiento entre los recién llegados quienes deciden dejar sus países debido a pobreza y corrupción, violencia y extorsión.
Elizabeth Aranda, profesora de sociología y directora del Centro de Investigación del Bienestar de los Inmigrantes en la Universidad del Sur de la Florida, dijo que la mayoría de las personas preferirían quedarse en sus hogares si hubiera estabilidad y seguridad política, económica y social.
“Desarraigarse a uno mismo y su familia es un desafío gigante, particularmente cuando encontramos que personas están cruzando la frontera de varios países para encontrar asilo,” dijo Aranda. “Es un viaje peligroso que nadie emprendería a menos que se vieran forzados.”
‘Estamos llenos’
Bajo la presión de la afluencia, el presidente Joe Biden dijo que el país aceptará a 30,000 personas de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití por mes por dos años siempre y cuando tengan patrocinadores y pasen chequeos de antecedentes. Inmigrantes de esas cuatro naciones que crucen la frontera, serán devueltos a México bajo la regla de la pandemia también llamada Titulo 42.
Roberto Pizano, antiguo prisionero político, de 84 años, miembro de la Casa Cuba, una organización anticomunista fundada por exiliados cubanos en Tampa, dijo que nuevos inmigrantes tienen el derecho de buscar mejores oportunidades. Pero, él no está de acuerdo con el caos.
“Es una crisis para los Estados Unidos, pero Cuba en particular es y ha sido por más de seis décadas un desencadenante de este tipo de crisis humanitarias,” dijo Pizano. “Tenemos que hacer algo para parar este ciclo vicioso y no dejarlo crecer.”
José Fernández, director de servicios inmigratorios para Caridades Católicas en St. Petersburg, dijo que todavía hay fuertes divisiones sobre que se debe hacer para solucionar el problema. Caridades Católicas ayuda a cientos de inmigrantes y sus familias cada año.
El año pasado, más de 2,000 personas usaron los servicios de inmigración y ciudadanía del grupo, un poco más de lo que fue en el 2021. Las oficinas de Caridades Católicas en St. Petersburg, Dover, Tampa and Wimauma ayudan con papeleo de inmigración y asilo y reunificación familiar.
Fernández cree que el número de personas a las cuales ayudan podría ser más grande para final de año. En sus 35 años de experiencia, él nunca ha visto a tantas personas y familias pidiendo ayuda. Cada día, alrededor de 40 personas están recibiendo ayuda — más del doble del promedia de hace dos años, dijo Fernández.
En el condado de Hillsborough, la organización sin fin de lucro Mujeres Restauradas por Dios también está viendo un aumento en la demanda de ayuda humanitaria. La semana pasada, la fundadora de la organización, Nancy Hernández, y 14 voluntarios se reunieron durante el frío miércoles y viernes en su oficina en Nebraska Avenue.
Docenas de vehículos serpenteaban alrededor del parqueo hacia la calle, dijo Hernández. Durante esos dos días dieron un total de 700 bolsas de productos secos y comida fresca, una cantidad que se ha mantenido consistente durante los últimos seis meses.
Hace un año, Hernández trabajó con cinco voluntarios con los cuales distribuía 300 cajas de comida.
“Nuestra primera ola ocurrió después de la pandemia, y la mayoría eran residentes locales,” dijo ella. “Ahora, y durante los últimos meses, estamos tratando de ayudar a los nuevos inmigrantes.”
Entre las 100 áreas metropolitanas más grandes de E.E.U.U., Tampa Bay ha sido uno de los destinos más populares entre los inmigrantes desde 2010 hasta 2020, según un estudio por el Instituto George W. Bush – SMU.
María Garavito, líder de La Red de Padres Activos en el Consejo de Servicios Hispanos, dijo que inmigración reciente en Tampa Bay se puede ver en la matricula estudiantil en las escuelas públicas.
Hasta diciembre, las escuelas públicas del condado de Hillsborough tenían 10,038 estudiantes inmigrantes, con 3,410 de esos matriculando desde inicio del año escolar. Típicamente, el distrito tiene alrededor de 9,000 estudiantes inmigrantes cada año. Los estudiantes han venido de más de 20 países, con la mayoría de Cuba (2,655); Honduras (890); Venezuela (883) y Colombia (703), según el Departamento de Aprendices del Idioma Inglés. En el condado de Pinellas el número de estudiantes inmigrantes quienes se matricularon en escuelas públicas subió por 312 de agosto a diciembre. Estos eran predominantemente de Cuba seguidos por Venezuela y Nicaragua.
Florida tiene la tercera población de estudiantes Latinos más grande del país. El porcentaje de nuevos estudiantes Hispanos ha crecido los últimos cinco años en Tampa Bay, la mayoría de ellos siendo de América Latina y el Caribe. Más de 80,000 estudiantes en el condado de Hillsborough se identifican como Latinos.
“Hay una gran demanda por información, y durante los últimos seis meses hemos ayudado a muchos de los recién llegados,” dijo Garavito.
Su red prepara a niños Latinos para triunfar en la escuela por medio de asociaciones con organizaciones para involucrar a los padres en la educación de sus hijos. Ahora están sirviendo a más de 20 familias cuando antes no eran a más de 10.
“Estamos llenos,” dijo Garavito.
La cara de la inmigración
Álvaro Quiroz, de 31 años, y su esposa Gabriela, de 30 años, crecieron en un vecindario modesto en las afueras de Managua en Nicaragua.
En junio, la familia decidió dejar su país.
El viaje les tomó un mes. Durmieron afuera y pasaron hambre hasta que llegaron a la ciudad mexicana de Reynosa, en el estado de Tamaulipas. De ahí, cruzaron de Rio Grande a Texas.
“Solo quienes lo viven saben lo que la experiencia de cruzar la frontera significa,” dijo Quiroz. “No se lo deseo a nadie.”
Ahora viven en Ruskin en donde él tiene un trabajo temporal en construcción ganando $15 la hora. Ellos no tienen ahorros o dinero para contratar a un abogado de inmigración. Sin antecedentes de crédito, la pareja compró un viejo Acura por menos de $2,000.
“Dependemos de la ayuda de amigos o de grupos como Caridades Católicas para seguir adelante con nuestro papeleo,” dijo Gabriela. “Pero no es fácil. Muchas personas necesitan ayuda, no somos los únicos.”
Antes de que Joelvis Verdecia llegara a E.E.U.U hace siete meses, él vendía juguetes y piñatas en Cuba.
En Tampa instala puertas en hoteles y oficinas seis días a la semana.
“Aprendí eso aquí, y gano $16 la hora,” dijo él. “No está mal para empezar, pero hay que trabajar mucho para hacer dinero.”
La familia de Joelvis vive en una casa de tres habitaciones en Brandon, en donde pagan $2,300 al mes.
Dos de sus amigos cubanos que vinieron con ellos a E.E.U.U. viven a menos de dos millas.
“Nos ayudamos entre nosotros,” dijo Joelvis. “Es bueno tener amigos cuando empiezas en este país.”
Su hermano, Yoendri, dejó a su esposa y dos hijas, de 8 y 4 años, en Cuba.
Él encontró trabajo instalando suelos laminados. En Cuba, era pastor de una iglesia Baptista por más de 16 años. Durante la primera semana de octubre viajó a Suriname con una visa de turista. Fue el comienzo de una travesía entre 14 países hasta que finalmente el 28 de diciembre cruzó la ciudad desierta de Yuma, en la frontera sur de E.E.U.U. y México en Arizona.
Perdió 60 libras y durmió afuera.
“Es difícil porque uno no tiene a su familia,” dijo Yoendri. “Yo era un pastor. Ahora soy un inmigrante.”