RUSKIN — Cassidy Porras nunca pensó en participar en un concurso de belleza y talento. Pero hace unas semanas, la joven de 19 años cambió de opinión. Una amiga le habló de un concurso que apoya el talento y el futuro académico de las niñas hispanas en el condado de Hillsborough.
Sus ojos se iluminaron.
Es la hija primogénita de inmigrantes mexicanos y la primera en su familia en ir a la universidad. “Lo vi como una oportunidad para inspirar a otras y decirles: '¡Chicas, nada es imposible!'”, dijo Porras. "Más que un concurso de belleza se trata de una celebración nuestra, de nuestras tradiciones y oportunidades”.
El concurso, llamado Nuestra Reina (Our Queen) Hillsborough Scholarship Pageant, se llevó a cabo por primera vez recientemente en Plant City. Veintitrés participantes compitieron en categorías para diferentes grupos de edad. Porras compitió en la categoría de 14 a 19 años por la oportunidad de ganar una beca de $2,500 para el primer lugar. Los jueces evaluaron el, talento, carisma y virtud de las niñas en un ambiente de celebración que resaltó las raíces y tradiciones hispanas.
La joven impresionó a los jueces, y logró el primer puesto en el concurso, llevándose el premio a casa. “Estoy haciendo mis sueños realidad”, dijo Porras. “Espero que esto me abra nuevas puertas”.
Los desafíos financieros son una de las principales razones por las que los hispanos no terminan una carrera de cuatro años, según una encuesta realizada por el Centro de Investigación Pew. En 2020-21, los estudiantes del estado pagaron un promedio de casi $15,000 al año en programas públicos de cuatro años, según el Centro Nacional de Estadísticas Educativas. El costo total promedio de asistir a un programa de dos años en una institución pública fue de $9,666 por año. Y los costos de la educación superior han ido en constante aumento.
“Hay muchas maneras de ayudar a nuestra comunidad, y esta es una de ellas”, dijo Alma Juárez, una de las organizadoras y miembro gerente en la oficina local de Achieva Credit Union, el patrocinador del concurso.
Juárez es hija de una pareja de trabajadores agrícolas mexicanos. Sabe que trabajar en el campo es duro y las oportunidades a menudo parecen esquivas para estas familias.
“Queremos ayudar a estas niñas y alentarlas lo más posible para que vean nuevas opciones”, dijo Juárez, quien estudió administración de empresas en la Universidad del Sur de Florida y fue la primera en su familia en lograr una carrera con título profesional.
El concurso fue una oportunidad para que las niñas respondieran diferentes preguntas y hablaran sobre sus culturas, dijo Juárez.
Porras realizó un baile folclórico vistiendo un traje tradicional del estado mexicano de Puebla. Y espera que estas acciones puedan llamar la atención de otros niños que quieran conocer más sobre el ballet folclórico mexicano. “Sería genial tener la oportunidad de enseñarles lo que he aprendido en ocho años”, dijo.
Rocío Smith, una de las principales organizadoras, dijo que el certamen busca empoderar a una nueva generación de líderes. Smith es la hija de una pareja de trabajadores agrícolas que han trabajado en cultivos en Indiana, Michigan, Carolina del Sur y del Norte, Ohio y Florida.
“El Concurso de Becas Nuestra Reina Hillsborough está comprometido con el desarrollo de futuras mujeres hispanas líderes a través de la participación comunitaria, el apoyo social y económico para la educación y las conexiones con mentores”, dijo.
Para Porras, el concurso fue una oportunidad de contribuir a la comunidad. Ella trabaja en la oficina del Sheriff del Condado Manatee en el trámite de órdenes de arresto y convocatoria de abogados y defensores públicos. Por la noche, estudia en Hillsborough Community College. Sueña con convertirse en terapista del habla para niños y trabajar con estudiantes de habla hispana que están aprendiendo inglés.
“Quiero ayudar a mi gente como lo hicieron otros cuando yo era niña y no hablaba inglés porque mi primer idioma era español”, dijo Porras. “Esa es mi mayor motivación”.
Sus padres, Ausencio Porras, de 43 años, y Saira Chávez, de 42, dijeron que la competencia marcó un hito importante en la vida de la hija. Hace dos años la pareja dejó Los Ángeles y se instaló en Ruskin, al sur de Tampa, en busca de mejores condiciones de vida y educación para Cassidy y su hermano menor, Ethan, de 13 años.
Ausencio no terminó la escuela secundaria y se gana la vida como obrero de la construcción desde hace más de dos décadas. Saira ha trabajado en campos de California recogiendo uvas y almendras desde que tenía 9 años. Ambos están encantados con los proyectos de su hija.
“Estamos orgullosos de que ella pueda representarnos”, dijo.