El 18 de noviembre, la Iglesia Light of Christ en Clearwater acogió a más de 500 fieles durante una solemne misa y una emotiva serenata gaitera en honor a la Virgen de Chiquinquirá, conocida popularmente como "La Chinita" en Maracaibo, Venezuela.
Este evento, que comenzó en 2019 como un pequeño acto de devoción, se ha transformado en un hito cultural y espiritual en el área de Tampa Bay. Organizada por un equipo de ocho venezolanos comprometidos con preservar sus tradiciones, la celebración no solo reunió a zulianos, sino que también atrajo a miembros de la comunidad colombiana, quienes veneran a la misma Virgen en otra fecha en su territorio. Asimismo, participaron integrantes de la comunidad mexicana y de otras comunidades hispanas, cautivados por el mensaje de unidad que transmite este homenaje.
"Este evento nos conecta con nuestras raíces y nos brinda la oportunidad de compartir nuestra cultura con otras comunidades", explicó Alfredo Polanco, uno de los organizadores. La misa incluyó elementos únicos que replican las celebraciones de la Basílica de San Juan de Dios en Maracaibo, fortaleciendo el vínculo espiritual entre los devotos y su tierra natal.
La devoción
La Virgen de Chiquinquirá, es una de las advocaciones marianas más veneradas en América Latina, especialmente en Colombia y Venezuela. Su historia comienza en el siglo XVI, cuando se pintó una imagen de la Virgen del Rosario sobre un lienzo de algodón tejido por indígenas en Boyacá, Colombia. Con el tiempo, la pintura se deterioró hasta ser casi irreconocible, pero en 1586 ocurrió un milagro: la imagen recuperó inexplicablemente su color y detalles, marcando el inicio de una devoción que ha perdurado por siglos.
Esta devoción cruzó las fronteras colombianas y encontró un lugar especial en Venezuela, donde, según la tradición, otro milagro ocurrió en 1709 al encontrarse una tablita con la imagen de la Virgen flotando en el Lago de Maracaibo. Desde entonces, se la considera patrona del estado Zulia y se celebra con gran fervor cada 18 de noviembre.
Un dato interesante es que la pintura original de Chiquinquirá fue restaurada en 1999 con técnicas modernas que revelaron detalles antes desconocidos, como pequeñas estrellas en el manto de la Virgen. Además, es una de las pocas imágenes religiosas coronadas canónicamente tanto en Colombia como en Venezuela, un reconocimiento especial a su importancia espiritual.
Humildes inicios
La tradición de rendir homenaje a La Chinita en Tampa Bay nació del deseo compartido de preservar una de las expresiones culturales y religiosas más significativas de Venezuela. En 2019, un pequeño grupo de zulianos organizó la primera misa en honor a la Virgen, con recursos limitados, pero con una fe inquebrantable.
"En ese primer año, no éramos más de 100 personas, y la imagen que veneramos estaba en un modesto retablo de cartón que llevamos desde nuestras propias casas", recordó Óscar Huerta, principal organizador del evento, acompañado por siete miembros del equipo organizador.
El grupo enfrentó varios desafíos al inicio, desde la falta de recursos hasta encontrar un lugar que pudiera acoger el evento en la fecha específica del 18 de noviembre.
"El padre Bill Wilson de Light of Christ fue clave. Nos permitió usar la iglesia ese día, algo poco común en muchas parroquias donde las misas en español suelen ser limitadas", explicó Sharon Tirado.
Con el tiempo, el evento comenzó a atraer a más personas, y las necesidades crecieron al ritmo de la celebración. En 2021, tras la pausa impuesta por la pandemia de 2020, la misa regresó con una audiencia más numerosa y nuevos elementos litúrgicos y culturales.
"Ahora contamos con nuestra propia imagen de la Virgen, diseñada por Andrea Montero, lo que ha sido un logro significativo para nuestra comunidad", destacó Polanco.
Un puente espiritual entre Clearwater y Maracaibo
Hablar de Maracaibo es hablar de “La Chinita” y del puente sobre el lago. De manera similar, mencionar Clearwater evoca sus largos puentes que conectan a la población costera con el centro de la ciudad.
"Ir a Clearwater, cruzar el Ben T. Davis o el Skyway Sunshine para asistir a la misa de La Chinita, es casi como estar en Maracaibo y cruzar su puente. No importa dónde estemos, llevamos nuestras tradiciones intactas a cada lugar en el que echamos raíces, y Tampa tiene mucho de Maracaibo, incluso los relámpagos", expresó Antonio Arismendi, empresario de 47 años y residente del condado de Pinellas, quien asistió a la celebración.
La misa en honor a La Chinita no es solo un acto religioso, sino un puente que conecta a los devotos en el exilio con sus raíces. Desde hace tres años, el evento utiliza el programa litúrgico oficial de la Basílica de San Juan de Dios en Maracaibo, otorgándole un carácter solemne y auténtico.
"Las lecturas, intenciones y oraciones son las mismas que se usan en Maracaibo. Esto nos hace sentir que, a pesar de la distancia, estamos espiritualmente unidos a nuestra tierra", explicó Polanco.
El sacerdote colombiano Uriel Uceda, quien viajó desde Los Ángeles exclusivamente para la celebración gracias a las contribuciones voluntarias de la comunidad de Tampa, lideró la misa con una homilía llena de mensajes de esperanza y resiliencia. Uceda tiene una conexión profunda con la comunidad zuliana, tanto por sus años de ministerio en Maracaibo, en la Iglesia de San Alfonso María de Ligorio, como por su devoción personal a la Virgen de Chiquinquirá, patrona de los zulianos y colombianos.
En Clearwater, Uceda no solo oficia la misa, sino que también transmite un mensaje que conecta a los zulianos en el exilio con su fe y su patria.
“Es como ser transportado a la Basílica de Maracaibo”, comentaron varios asistentes. Su homilía combina referencias teológicas con reflexiones sobre el impacto del exilio y la importancia de mantener vivas las tradiciones. Esto lo convierte en un puente espiritual y cultural que fortalece el vínculo entre los inmigrantes y sus raíces.
Este año, Uceda sorprendió a los organizadores al invitar al teólogo Elvis Warren, conocido por sus estudios sobre la Virgen de Chiquinquirá, para narrar la historia de esta devoción desde sus orígenes en el siglo XVI hasta la actualidad.
“No esperábamos este regalo. Fue un gesto que demuestra cuánto ama a la Virgen y valora a nuestra comunidad”, señaló Tirado.
La gaita zuliana: una tradición musical
La música también tuvo un papel protagónico durante el evento. Los Chiquinquireños de Tampa, un grupo compuesto por 13 personas liderado por Polanco, interpretaron gaitas con letras adaptadas al contexto litúrgico.
“Es impresionante cómo la música puede elevar el espíritu y conectarnos con nuestra Virgen. Muchos no pudieron contener las lágrimas al escuchar las gaitas durante la misa”, expresó Tirado con emoción.
La preparación para la serenata comienza meses antes. Los ensayos, realizados semanalmente desde agosto, representan un esfuerzo colectivo que implica sacrificios personales.
“Este año enfrentamos desafíos significativos, como huracanes y los compromisos laborales de los músicos, pero superamos todo gracias a nuestra fe. De hecho, incluso hay personas que nos apoyan proporcionando comida para los músicos durante los ensayos”, compartió Polanco.
Los Chiquinquireños de Tampa interpretan principalmente gaitas zulianas, un género musical tradicional del estado Zulia, Venezuela. Estas canciones suelen contener contenido religioso y litúrgico en honor a la Virgen. Se utilizan instrumentos tradicionales como el furruco, la tambora, el cuatro venezolano, las maracas y el bajo eléctrico, además de instrumentos modernos como teclados y guitarras eléctricas, para enriquecer los arreglos.
Manteniendo viva la tradición
Organizar una celebración de esta magnitud requiere meses de planificación y una red de apoyo comprometida, que incluye a voluntarios como Carlos Bohórquez, Carlos Hernández, Miguel González, Hernán Lugo Galicia, Luis Inciarte y Luis Orozco.
“Todo lo que hacemos depende de donaciones y del esfuerzo de los voluntarios. Desde las flores hasta el equipo de sonido, todo es un acto de amor por la Virgen”, explicó Huerta.
El objetivo a largo plazo de los organizadores es obtener una réplica oficial de la imagen de la Virgen de Chiquinquirá para consagrarla permanentemente en la Iglesia Light of Christ.
“Eso sería un logro enorme para nuestra comunidad. Queremos que las personas puedan venerarla durante todo el año, no solo en noviembre”, comentó Huerta.
Para los migrantes, eventos como el homenaje a la Virgen de Chiquinquirá son más que celebraciones religiosas: son actos de preservación del patrimonio cultural y afirmación de la identidad en un nuevo entorno.
“Lejos de Maracaibo, pero con el corazón anclado en nuestra tierra, los fieles en Tampa Bay esperan incluir más elementos cada año, eventualmente apoyando la economía local al asociarse con vendedores autorizados para ofrecer comida típica durante la celebración. Además, esperamos que más músicos y artistas reconocidos se unan, convirtiendo esta festividad local en la más grande y destacada entre los devotos fuera de Venezuela”, expresó Tirado.
Un reconocimiento especial a los otros organizadores voluntarios del evento: Carlos Bohórquez, Carlos Hernández, Miguel González, Hernán Lugo Galicia, Luis Inciarte y Luis Orozco, quienes colaboraron para que este reportaje fuera posible.