Sí, te da sorpresas porque la vida da muchas vueltas y a veces el karma regresa para darte lo que te mereces. Que alguien le avise al presidente que posiblemente, los puertorriqueños tendremos el poder para decidir quién será el próximo mandatario de Estados Unidos. Por esta razón, quisiera recordarle al presidente varios eventos.
Tengo una imagen en mi mente que no está lejos de la realidad. El presidente de Estados Unidos en su jet presidencial volando sobre mi tierra. De seguro, a 40,000 pies de altura y desde su cómodo asiento puede ver claramente la destrucción masiva de Puerto Rico. Pero no. El presidente tiene cosas más importantes que hacer. Mientras se atraganta una de sus tibias hamburguesas, ve en sus cuatro televisores cómo en las noticias reportan los hechos y cuestionan sus decisiones. Eso le molesta mucho al egocentrista y no le permite pensar en nada más. Menos todavía en los puertorriqueños.
Sin mirar ni un segundo hacia un paisaje desolado que conmovería a cualquier ser humano, no le llamó la atención el contraste de los colores verdes de la fauna y azul y de los toldos de techos, penosa situación que hasta el día de hoy se ve desde los cielos. Sin embargo, el presidente está muy ocupado despotricando en Twitter, como lo hace a diario. El tiempo del hombre más poderoso del mundo es importante, y por supuesto, lo más importante en su mente es atacar a los que pretenden llevarle al público la verdad. ¿Qué esperaban los puertorriqueños? Que el presidente se conmoviera al ver la devastación a la tierra y a las viviendas de ciudadanos estadounidenses. ¡Por favor!
Al aterrizar, ya de seguro tenían planeado lo que iban a hacer. El presidente conocía muy bien a Puerto Rico. Ya había producido concursos de belleza para Miss Universe, donde incluso llegué a conocerlo, trabajar con él y ver de cerca, a lo mejor demasiado cerca, cómo opera este individuo. Al bajar las escalinatas con una sonrisa, ciertamente se recordaba de su último negocio en Puerto Rico. El Trump International Golf Club, negocio que, como la mayoría de lo que toca, quebró a pocos años de abrir, dejando al gobierno puertorriqueño con una deuda de más de 33 millones de dólares.
Ahora regresaba a un Puerto Rico destruido y él y sus ayudantes tenían que inventar una escena que impactara.
Por supuesto, a sus hábiles e inteligentes asesores se les ocurrió la idea de darle al pueblo lo que más necesitaban después de un huracán categoría 5: ¡Papel toalla! Sí, rollos de papel toalla lanzándolos cual bola de baloncesto. La escena fue dantesca. El presidente de Estados Unidos salvando a sus ciudadanos, sonriendo mientras sus seguidores se lanzaban a tratar de atrapar ‘los valiosos’ rollos de papel. La cara del presidente lo decía todo. Mientras sonreía, probablemente pensaba: “Mira como estos infelices se pelean por esta mier…”.
El presidente partió y dejó otro desastre. Mala coordinación, más corrupción, mala comunicación, mala fe, mentiras y recriminaciones por doquier. Lo más doloroso fue la insensibilidad, especialmente en cuanto a la cantidad de muertos. El presidente utilizaba cada oportunidad que tenía para catalogar a los puertorriqueños como unos vagos, ingratos e incompetentes. Se jactaba de todo el dinero que le había “dado” a la isla, aun cuando sus asesores lo corregían. Él, tal como hace con los inmigrantes, generalizó. Los puertorriqueños son corruptos, no saben manejar el dinero, no se puede confiar en ellos, se quejan demasiado, dijo.
Mientras tanto, algunos de los líderes de sus agencias, haciendo lo que a él también le gusta hacer. Aprovechándose financieramente de la situación a costa del sufrimiento del pueblo y los ciudadanos. Viajes de placer en helicópteros, alquiler de apartamentos de lujo en grandes ciudades, vacaciones, líos de faldas, contratos a amigos del alma. En fin, buscando cómo aprovecharse de una situación para obtener beneficios más allá de lo legal.
Es por todo esto y más que no podemos olvidar. Todos todavía tenemos familia en la isla que no se ha podido recuperar de los estragos del huracán. Todos conocemos a familias que tuvieron que separarse, familias que se han roto, que siguen sufriendo, que han sido forzadas a empezar de cero.
El puertorriqueño que llegó a la Florida, de repente, ahora sabe cómo se sienten los inmigrantes cuando llegan a un sitio donde no son realmente bienvenidos, adaptándose a la fuerza y como se pueda. Peor aún, podemos ver cómo muchos de los fondos que le correspondían a los estados y territorios afectados por huracanes, se desvían para construir un muro en la frontera para combatir una crisis inexistente.
Por esto y más, los puertorriqueños tienen que usar el derecho más importante que les da la ciudadanía estadounidense. El voto. Irónicamente, lo menos que se esperaba Trump era que los desplazados, en su mayoría, terminarían residiendo en Florida, el estado donde prácticamente se decide quién gobierna el país. Trump: la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Flores es puertorriqueño y vive en el área de la Bahía de Tampa. Actualmente es presidente de Milorian y miembro de las juntas de ‘21 and Change’ y ‘Tampa City Ballet’. Para comunicarse con el columnista: carlos@milorian.com